Una pequeña ciudad mediterránea
No por reiterada la metáfora de la “pequeña ciudad” para describir un recinto universitario de las características del nuevo Campus Loyola es menos útil. El complejo construido que ha de albergar el futuro a 10000 estudiantes y profesores, que allí convivirán durante la mayor parte de las horas del día, será para ellos su hábitat urbano durante gran parte del año.
Así pues resulta muy adecuado invocar los mejores ejemplos de organismos urbanos para iluminar el diseño del futuro Campus: la historia de las mejores ciudades mediterráneas de la historia nos muestra el camino: tejidos urbanos compactos, cohesionados, donde los espacios de encuentro se organizan en una ordenada jerarquía: plazas, calles, adarves, logias, porches, patios… Allí se encuentran nuestras referencias. Hablar de una ciudad densa de plazas y patios es también una forma de posicionarse con una forma muy concreta de relacionarse con el medio ambiente: primando la compacidad, la mínima huella en el paisaje, y usando el recurso clásico de estos espacios semiexteriores (principalmente los patio) como mecanismos naturales de regulación ambiental.
Nuestra propuesta quiere reproducir este esquema usando una geometría sencilla y racional. Una densa retícula de calles, plazas, porches y patios se incrusta la zona central del área disponible, liberando a su alrededor el máximo terreno natural posible, tratando de minimizar su huella en el paisaje. Todo ello sin renunciar a una altura reducida del conjunto (tres plantas) que hace cómodos y fluidos los tránsitos verticales, estimulando la liberación de los medios mecánicos de elevación.
La imagen institucional. El edificio-pórtico.
Un de las aspiraciones expresas de programa que facilitan los responsables de la universidad a los diseñadores es conseguir una imagen representativa del conjunto desde una visión exterior, especialmente “desde la llegada al campus desde Dos Hermanas y la futura SE-40”. Sería incompatible con las premisas de nuestro proyecto, basado en la creación de un tejido denso de ciudad de patios u plazas, recurrir para esta demanda a piezas de gran escala que actúen a modo de hitos anunciadores escultóricos o en altura. Hemos recurrido en cambio a una pieza igualmente rotunda pero más coherente con nuestra propuesta: se trata de un edificio cabecera en forma de gran pórtico, que construye de forma unitaria la fachada sur del campus y que enmarca y muestra su propia actividad: el vacía que el pórtico cobija es el inicio de la plaza central, que se muestra en toda su longitud al visitante. La metáfora de la transparencia de la institución y su apertura a la sociedad toma aquí cuerpo arquitectónico.
El edificio pórtico no es sólo la cabecera de la universidad en sentido figurado: también contiene sus servicios más representativos y de uso más colectivo: el salón de actos, la capilla, la biblioteca y el rectorado. Especial mención el gran vació cubierto que se configura entre el salón de actos, la capilla y la entrada a la biblioteca: es precisamente ese vacío el que enmarca el “quadrangle” central y puede funcionar como el principal espacio de encuentro cubierto de la comunidad universitaria.
Un nuevo concepto de aulario.
La mayor parte de la superficie construida del campus la integran los aularios. En nuestra propuesta son ellos los que dan cuerpo al concepto de ciudad mediterránea compacta de patios, porches y galerías que se pretende. Es precisamente una retícula de patios la que construye su geometría.
Las plantas que se han trazado muestran cómo el uso de la retícula de patios permite el uso de galerías bilaterales, con aulas a ambos lados, que no dejan de estar iluminadas y ventiladas de forma natural y cruzada. Esto redunda en una clara optimización del número de galerías necesarias frente a una distribución unilateral. Las aulas se benefician del uso del patio como recurso de iluminación, ventilación y acondicionamiento térmico, al modo cómo los patios mediterráneos acondicionan las casas.