El casco urbano de Conil todavía conserva pequeños patios y calles de vecinos (los «corrales») donde lo público y lo privado se confunden. Algunas de estas calles interiores, de noche, pueden ser cerradas por una cancela. Los vecinos se apropian de ellas como extensión del espacio de la casa y acaban amueblándolas incluso.
Nuestra propuesta se basa en recuperar para la vecindad este tipo de espacios, ahora apilados. La manzana se organiza en torno a tres calles superpuestas, iluminadas por patios contrapeados. Cada vivienda se dota de un pequeño porche exterior abierto a la galería y a su patio asociado. Allí se intensificará esa deseada ambigüedad entre lo público y lo privado.
Las viviendas parten en su trazado base de un cuadrado de 9 metros del que se sustrae un patio en una de las esquinas. La disposición estructural permite que ningún pilar interfiera en el interior de cada vivienda. Esto permite la máxima flexibilidad de redistribución Se ha diseñado una estructura de forjados unidireccionales de hormigón y pilares de acero galvanizado. Para conseguir la mínima sección de pilares y que éstos se puedan esconder en los cerramientos sin producir resaltos, los paños ciegos de los patios esconden una serie de cruces de San Andrés que arriostran eficientemente el conjunto, en zona sísmica. Por otra parte, el eje principal de las instalaciones encuentra un sencillo acomodo en una galería subterránea accesible bajo la galería de planta baja. La agrupación de los espacios húmedos en «torres» asociadas a las galerías disminuye la longitud de los trazados y permite resolver toda la evacuación de aguas con un solo bajante por vivienda.