El nuevo edificio de los Juzgados de lo Penal del Campus de la Justicia debe plegar todas sus premisas a la mayor satisfacción del usuario. Una instalación de esta escala debiera primar la comodidad de su uso y la claridad de sus circulaciones. Por otra parte, no nos parece mal asumir la envolvente cilíndrica que impone la ordenación general. Creemos que la potencia de la idea que resultó ganadora del concurso general de alguna manera se pierde si cada pieza adopta una forma radicalmente singular. Ese «campo de cilindros» era una buena idea.

Ahora bien, nos parece que la disposición en bandas concéntricas no es la más adecuada para responder a esa búsqueda de claridad y comodidad del usuario. Proponemos un sistema de bandas paralelas, donde se alternarán cuerpos construidos longitudinales con patios ajardinados alargados, abiertos en sus extremos al paisaje.

Los patios ajardinados son los auténticos salones del edificio. A ellos abren las oficinas, y desde ellos se introduce el paisaje en el interior. Además, permiten la completa ventilación e iluminación natural de todas las dependencias y funcionan como reguladores climáticos del conjunto. Con una cubierta entoldada en verano pueden refrescar el ambiente mientras que en invierno, ya sin toldos, su orientación permite la admisión del soleamiento del sureste. Con su intermediación y protección, los cerramientos de las oficinas pueden ser acristalados, haciendo de la transparencia del edificio judicial algo más que una metáfora.